Cuando compré un nuevo teléfono (de los no inteligentes), de esos de “combate” como los llamamos los de mi generación, lo desempaqué, lo programé y con total satisfacción llamé a mi sobrino que tiene como 4 años para enseñárselo, éste se acercó, puso un dedo sobre la pantalla, lo desplazó y al ver que nada ocurría conforme a su voluntad “digital” perdió totalmente el interés y regresó a jugar con su Ipad.
Cabe anotar que él forma parte de los nacidos en la famosa “Generación Z”, que cubren desde el 1997 hasta 2018, los primeros ya tienen casi 25 años y dentro de poco tiempo serán aproximadamente el 10% de los trabajadores a nivel global, los llamados “nativos digitales”, van un paso delante de los millenials y que decir de la generación “Y”, han sido testigos oculares de los cambios en occidente (crisis económica global, el 11-11, entre otros), haciéndose personas más realistas y pragmáticos y con la mirada apuntando hacía el futuro.
Para las Organizaciones es un reto establecer comunicación de manera asertiva con cierto tipo de público, pero ¿cómo llegar a una audiencia que está acostumbrada a la “hiperpersonalización”? la clave está en centrarse en lo que los conecta, los “Z” no han conocido el mundo análogo, poseen una alta capacidad casi innata para reconocer los contenidos y su valor, y colocan atención a sólo lo que les interesa en fracción de segundos (lo que puede considerarse como un “déficit de atención” por parte de los X o de los Babby boomers”) y poseen un alto dominio del lenguaje comercial, son creadores de contenido y plataformas de imagen, video y sonido.
Es fundamental para las compañías, comprender y generar empatía con su público, sin lo cual las marcas se exponen a ser ignoradas por una audiencia que a partir del 2020 constituirán el 45% de los consumidores con una influencia extrema en los medios sociales.